domingo, 22 de junio de 2008

Eurocopa 2008

Estamos disfrutando, y esta vez es sin ironía, de la Euro en la tele colombiana y argentina. La señal de la argentina no me gusta, se ve un poco mal, pero los comentaristas son mejores, no mucho, pero mejores, que los colombianos. Los señores de RCN y Caracol utilizan coletillas muy extrañas para los no iniciados: la esférica, le pegó en toda su humanidad, el penal, los volantes.... y por no hablar del combinado ibérico, que no sé muy bien si se refieren a un bokata de jamón y chorizo o a la selección española... pobres portugueses, siempre tan ninguneados.

No obstante, el comentario de la Eurocopa, el que más me ha hecho pensar, y no sólo porque lo repiten cada 15 minutos, es el siguiente:

"Guerrillero, a esta hora usted podría estar disfrutando de la emoción de la Eurocopa.
No lo piense más.

Hay otra vida.
La desmovilización es la salida"

Complicada realidad la de este país.


viernes, 13 de junio de 2008

Torta de naranja con semillas de amapolas

Estoy de celebraciones varias. Ayer en la distancia, no cuajó la idea de mi hermana de cenar en torno al ordenador, celebré cumpleaños de mi aita. Hoy era el de mi futura jefa. Me invitó a cenar en su casa para conocer a mis futuros compañeros de trabajo. Sé que no soy nada buena en mis primeras impresiones, recuerdo que Vanessa me cayó fatal cuando la conocí, que a Nuria no la ubico en mis años de Ikastola y que hubo un flechazo que más me hubiera valido esquivar......... pero creo que esta vez no me equivoco. Me gustan mis compañeros de trabajo. Me he reído mucho esta noche. Hemos chismoseado, me han puesto al día de la farándula colombiana, he flipado con el método y la ética aplicada a la historia, hemos hablado de política colombiana y española, hay quien opina que Zapatero es, después de Obama, el segundo hombre mejor vestido del mundo..., en definitiva, ha sido una noche muy agradable. Y la torta... espectacular oiga. Además, para quien no lo sepa las amapolas y yo tenemos una gran historia.
Y a pesar de todo... a veces me pierdo en mi estres y soy extremadamente jodida, lo sé, no lo puedo evitar. Sé que no puedo pedir más, llevo menos de un mes, tengo trabajo, un sitio estupendo donde vivir, lo estupendo lo hacen mis dos compañeros de viaje, que son el sol, la luna... -y el bosque!!!!!-, nuevas personas a mi alrededor que hacen que todo sea más fácil.... pero no puedo evitar agobiarme, estresarme y necesitar que lleguen los horarios, los papeles, la normalidad, lo cotidiano... tengo ganas de empezar a sentir que de verdad vivo aquí.

jueves, 5 de junio de 2008

Como se me pudo olvidar.....

Aunque el fin de semana no destacó por el acierto gastronómico, al margen de nuestro bokata de tortilla de patata con jamón serrano, si que hubo un momento culinario digno de subrayar. La noche del domingo en un marco incomparable fuimos invitados a probar las famosísimas hormigas culonas santadereanas. Es verdad que creía no estar preparada para ello, pero bueno ya que te invitan pues a probarlas se ha dicho.

Mi opinión tras la degustación. No están malas. Tampoco es que sean un súper manjar, pero tienen su gracia, saladitas y crujientes.

martes, 3 de junio de 2008

Arborizaje y naufragio

Dos fines de semana, dos, que llevo en este país y dos "enfrentamientos" directos con la naturaleza más cruda. Mi primer fin de semana, Luis me invitó a verlo volar en parapente en La Calera, un pequeño municipio montañoso al oriente de Bogotá. Además, había que probar el carro nuevo y que mejor ocasión. Salimos de una Bogotá medio nubosa pero al horizonte parecía que el sol quería acompañarme en mi primer domingo bogotano. Llegamos al voladero tras media hora larga de viaje y una subida empinada y embarrada al cerro, el carro se portó como un campeón. En ninguna de mis estancias en la capital de la república he sido víctima del mal de altura, pero cambiar de altitud en tan poco tiempo y subir 15 minutos hasta los 2900 metros más o menos, casi pueden conmigo. Menudo mal rato que pasé. Como apenas había viento tuvimos que esperar un rato para que los voladores pudieran ejercer. Primero salieron dos expertos y profesionales, Luis es todavía amateur, y al ratico salió él. Nosotras lo vimos salir y esperábamos que subiera, pero no acababa de hacerlo. Así que nos acercamos al mirador y lo vimos abajito abajito a punto de llegar a la zona de aterrizaje. Pero zas!!! Cayó en una zona boscosa y frondosa un tanto lejos de su lugar de destino. Cogimos el carro y fuimos a buscarlo. Atravesamos una pradera con unos matorrales un tanto espesos y cogimos por la carretera que supuestamente nos llevaba a su zona de aterrizaje. En éstas, vimos una bici abandonada que nos empezó a dar mal rollo ¿quién andaba por ahí en bici? Nuestra comunicación telefónica con el volador dio sus frutos y concretamos las coordenadas del aterrizaje, de hecho alcanzamos a ver su vela en la copa de un árbol, pero claro había que llegar hasta allá. Comenzó nuestra inmersión en el bosque. Con unos matorrales que llegaban hasta la cintura, plantas con pinchos, humedad... y bichos!!!!! Yo en zapatillas de deporte y vaqueros y tratando de autoconvencerme "piensa que estás en España, que estás en España"... y en esas miro a mi izquierda y mi imaginación me traiciona y "veo" entre dos árboles una tarántula gigante y quiero irme corriendo.... y Mária que me pregunta "¿aquí habrá serpientes?".... y yo vuelvo a repetir en voz alta "piensa que estás en España y que no hay bichos raros"... Después de unos momentos de indecisión decidimos seguir adelante, pasar el alambre espino, el segundo en nuestro trayecto, aunque en esta ocasión por arriba y no arrastrándonos, y sortear la torre de electricidad. Muy convencidas nosotras, una voz nos paraliza: "Buenas!!!!!!" Menudo susto que nos dio el muy..... Resultó ser el guardia de seguridad de la finca que vio caer a un parapentista y estaba, al igual que nosotras, buscándolo. Así que los tres proseguimos nuestra aventura. Al ratico encontramos a Luis. Subido en un árbol, en el que había arborizado, tratando de desenredar el parapente. Por suerte no se quedó colgado del árbol, en mi pensamientos me lo imaginaba cual péndulo trantando de desenredarse y esperando a que llegáramos. La operación rescate se prolongó una hora larga y se saldó con la destrucción de parte de la flora de la región. Entre el "guardabosques", exsoldado especializado en rescates, y el volador se cargaron el árbol y parte de su vecindad, pero todo con mucho cariño. Y cuando estábamos a punto de recoger comenzó a diluviar. Amatxo maitia, agua, agua, agua y agua.... como si no hubiera llovido en dos años. Llegamos al carro lavados y relavados, listos para centrifugar y, además, con medio bosque en los pantalones, las zapatillas.... para que seguir....
Después llegó el puente y organizamos un nuevo viaje de aventura. Para mí la aventura comenzó en Tunja, porque recibí mi bautismo automovilístico en este país. Desde Tunja al Socorro condujo servidora y bueno, tuve mis momentos. Mária asegura que no le gusto tan asimilada, pero vamos creo que me falta mucho para llegar a su nivel de conducción... adelantamientos que ni Alonso en sus mejores salidas... recuerdo especialmente uno en el regreso: en curva, ascensión, conos y doble línea contínua. Yo tengo que reconocer que a veces me sorprendía a mí misma de lo rápido que asimilé la inutilidad de las normas de tráfico, ni señales, ni marcas viales.... y bueno no estuvo tan mal... eso si, de ahí a conducir en Bogotá va un trecho.
Este camino nos llevó al río Fonce. El sábado por la tarde hicimos rafting o canotaje. Llegamos al Club Campestre del Socorro y nos apuntamos a bajar el río Fonze, mucho más relajado y fácil que el Suárez, impracticable en esta época de lluvias, así que no quiero ni pensar como será. Nuestro guía era un jovencito llamado Walter que tenía unas espaldas.... él ordenó a los siete remeros y a mí me tocó a su vera en la parte trasera de la embarcación. Yo desde el principio no le cogía la postura a esa barca. Estaba demasiado alta y cada vez que remaba perdía el equilibrio. En el primer rapidito casi me caigo. Momento que fue recibido con risas por parte de mi compañera de viaje. Y llegó el momento rápido. Cuatro de los ocho ocupantes de la barca caímos al río Fonce, entre ellos, como no, yo. Bajo el agua me choqué con alguno de mis compañeros y conseguí salir por delante de la barca. Al principio todo iba bien, me acordé hasta de lo que dijo el guía de dejarme llevar por la corriente, mirada al frente y piernas estiradas noventa grados... todo estupendo hasta que yo misma caí en un rápido y tragué agua por toneladas, las olas no me dejaban sacar la cabeza y el chaleco no cumplía su función... me empecé a angustiar porque no había manera de salir del rápido... en ese estres me di la vuelta y Walter me estaba acercando un remo para subirme a la barca. Lo que recuerdo de esa subida es a Mária desconojonada, pero mucho, y entre risas preguntándome si estaba bien. En su descargo tengo que decir que era risa nerviosa y que mi cara de angustia la recordará siempre. Y es que pasé un mal rato bastante majo, con decir que el tipo me decía que remara para atrás y yo sólo podía hacerlo hacia adelante y casi me tienen que volver a tirar al agua para que espabilara "es que acababa de volver a la vida".... pero bueno, pasado el mal trago, y nunca mejor dicho porque con el montón de agua que tragué seguro que me da cagalera, disfruté un montón del trayecto, aunque, no lo voy a negar, sufriendo por si llegaba otro rápido de similares características, ... impresionante y exuberante naturaleza... indescriptible.


Y el próximo fin de semana ¿qué?